Sucesión Apostólica en Vueltabajo

La palabra obispo procede del latín Episcopus que se traduce como vigilar. El obispo aparece en la tradición cristiana desde los primeros momentos. Vemos en el libro de Los Hechos de los Apóstoles cómo el Apóstol San Pablo dejó a Timoteo y Tito como guías de una comunidad para que “vigilaran” la vida cristiana de aquella comunidad…  A lo largo de los años, el Magisterio de la Iglesia, con la luz del Espíritu Santo, ha iluminado la labor episcopal, para que responda a las necesidades propias de los tiempos.

El Obispo tiene un triple ministerio:

Enseñar: Así da cumplimiento al mandato de Cristo de ir por todo el mundo anunciando el Evangelio a todas las criaturas.

Santificar: La misión que el obispo tiene de santificar al pueblo de Dios la ejerce a través de los sacramentos. 

Servir: Tanto cuanto el obispo debe guiar a los fieles en la caridad.

Pero su función principal es la de guiar al pueblo de Dios teniendo en cuenta dos realidades: la primera, la figura del pastor que da la vida por las ovejas, y la figura del siervo “el que quiera ser el primero que sea el último y el servidor de todos”.

Al igual que en el momento de la ordenación sacerdotal, el recién nombrado obispo puede escoger un lema y además un escudo episcopal que lo acompañará durante su labor y es reflejo de la espiritualidad de la persona elegida.

Los siete obispos que han pastoreado este rebaño han sido cubanos, y de ellos tres han continuado su servicio a la Iglesia como Arzobispos de La Habana.

El primer obispo de la Diócesis fue Mons. Braulio de Orúe y Vivanco. Sacerdote natural de La Habana, nacido el 6 de marzo de 1843, haciendo gala de sus grandes virtudes y bondades. Tomó posesión de la Diócesis el 18 de noviembre de 1903 hasta el 21 de octubre de 1904.

Lo sucedió Mons. Manuel Ruíz Rodríguez. Oriundo de Corralillo, Las Villas desde el 11 de diciembre de 1874. Llegó a la diócesis el 10 de julio de 1907, a solo diez años de su ordenación sacerdotal, y con apenas 32 años, como aparece registrado en la “Cronología Eclesiástica de Cuba, de 1492 a 1958”.  A pesar de su juventud ya había demostrado ser un hombre ejemplar y fervoroso patriota, que “llevaba en su inteligencia el caudal riquísimo de una vasta cultura eclesiástica (…), y en el corazón el ideal encendido de su arraigada vocación sacerdotal”. Su lema episcopal fue: “La Caridad de Cristo nos urge”. Fue el constructor del actual obispado, en el terreno obsequiado por la familia Cavada, y cuya obra concluyó el 20 de noviembre de 1912. El 30 de marzo de 1925 fue nombrado primer Arzobispo de Arquidiócesis de La Habana y Administrador Apostólico de Pinar del Río hasta el 3 de enero de 1940, fecha en que fallece en La Habana.

Mons. Manuel Ruíz Rodríguez

El tercer Obispo, Mons. Evelio Díaz Cía, ha sido el primer prelado oriundo de la diócesis pues nació en San Cristóbal, el 17 de febrero de 1902. Fue ordenado obispo y tomó posesión de la diócesis el 23 de marzo de 1942.

Mons. Evelio Díaz Cía

Sacerdote modesto, culto, poeta, abnegado y ejemplarísimo como su predecesor. Mons. Evelio, se distinguió por su predicación siempre llena de unción evangélica. Rápidamente se ganó el afecto de su pueblo por su bondad, sencillez y palabra caldeada de amor a Dios.  El 21 de marzo de 1959 fue nombrado Obispo Auxiliar y Administrador Apostólico de La Habana, de la cual se convirtió en Arzobispo desde 1963 hasta 1970, cuando muere santamente dedicando a los pinareños su último recuerdo y paternal bendición el 21 de julio de 1984. El lema que lo acompañó durante su episcopado fue “La Cruz es mi guía”.

Mons. Manuel Rodríguez Rozas fue el cuarto obispo en pastorear la Diócesis de Pinar del Río.  Este habanero nacido el 7 de julio de 1911, tomó posesión el 3 de abril de 1960 y fue recibido por la Banda de Música y un grupo de alumnas del Colegio del Inmaculado Corazón de María a la entrada de la ciudad. Siempre  fue una persona jovial, muy pastoral y muy cercana a los jóvenes. Le tocó asumir una época muy difícil para la Iglesia, pero no se desanimó y vivió dando ánimo, presenciando, asesorando y alentando todo lo que era posible hacer. Participó en el Concilio Vaticano II. El 4 de diciembre de 1978, Juan Pablo II aceptaba su renuncia como obispo ordinario, por motivos de salud. Falleció en La Habana el 28 de marzo de 1982. Su lema episcopal fue: “Enviado para anunciar el Evangelio”.

Mons. Manuel Rodríguez Rozas

El quinto obispofue Mons. Jaime Lucas Ortega Alamino. Natural de Jagüey Grande, Matanzas, nació el 18 de octubre de 1936. Tomó posesión el 21 de marzo de 1979 y el 20 de noviembre de 1981 fue nombrado Arzobispo de La Habana. Durante su breve servicio a la Diócesis, acudía los domingos a varias parroquias para que no faltara el esencial servicio religioso. Hizo el proyecto de remodelación de la Catedral, aunque no lo pudo llevar a cabo por las dificultades del momento. Se preocupó grandemente por el problema vocacional e incrementó el espíritu misionero en la diócesis. En octubre de 1994 fue nombrado Cardenal. Aun pastorea la Arquidiócesis de La Habana. Su lema episcopal es “Te basta mi gracia”.

Mons. Jaime Lucas Ortega Alamino.

Continúa la sucesión apostólica con Mons. José Siro González Bacallao. Nació en Candelaria, Pinar del Río, el 9 de diciembre de 1930. Fue ordenado y tomó posesión de la Diócesis el 16 de mayo de 1982. Pastor cercano, ha compartido tanto las labores agrícolas como las angustias y esperanzas de su pueblo y su Diócesis. Su expresión clara y transparente lo hace cercano a los que sufren lo colocan al lado de la justicia y la misericordia. Ha sido un obispo que ha suscitado el sentido diocesano. Su insistente súplica y gestión al recoger miles de firmas de sus fieles facilitaron que el actual Beato Juan Pablo II, sobrevolara nuestra diócesis el 21 de enero de 1998, al iniciar su visita a la Isla. En diciembre de 2006 el Papa Benedicto XVI aceptó su renuncia al gobierno de la Diócesis por motivos de edad. Vive actualmente retirado en Mantua, Pinar del Río. Su lema episcopal es: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”

Mons. José Siro González Bacallao

El séptimo Obispo es Mons. Jorge Enrique Serpa Pérez. Nacido en Cienfuegos el 16 de marzo de 1942, Realizó sus primeros estudios en el Seminario del Buen Pastor. A partir de 1961 estudió teología en Tournai, Bélgica, donde obtuvo la Licenciatura. Fue ordenado sacerdote en Bélgica el 14 de julio de 1968, incardinándose en la Arquidiócesis de San Cristóbal de La Habana.De 1968 a 1999 fue impedido de reingresar a Cuba, por lo cual fue transferido a la Arquidiócesis de Bogotá (Colombia). Tras regresar a Cuba en 1999, ocupó varias responsabilidades en la arquidiócesis habanera hasta que en el año 2007, mientras prestaba el servicio de Rector del Seminario Mayor San Carlos y San Ambrosio,  fue nombrado Obispo de Pinar del Río, donde posesión el 14 de enero de 2007. Durante estos doce años de pastoreo en nuestra diócesis nos ha recordado siempre que el primer compromiso del cristiano es con Dios, por eso cada acto que realizamos, o decisión que tomamos, debe tener la mirada en Dios, pues trabajamos para construir su Reino entre los hombres. El 5 de junio del 2019, el papa Francisco aceptó su renuncia, convirtiéndose en Obispo Emérito de la diócesis de Pinar del Río, junto a su predecesor Mons. José Siro. Su lema episcopal es “Aquí estoy”.

Mons. Jorge Enrique Serpa Pérez

Mons. Juan de Dios Hernández s.j. es el octavo obispo de la Diócesis de Pinar del Río, quien nació en Holguín el 14 de noviembre de 1948.  Luego de realizar varios estudios en la vida religiosa, ingresó en 1974 al noviciado de la Compañía de Jesús e hizo sus últimos votos solemnes en 1985.

Mons. Juan de Dios Hernández s.j.

Con una trayectoria premiada por la gracia de Dios fue  nombrado Obispo Titular de PassoCorese y Auxiliar de San Cristóbal de La Habana (Cuba) el 3 de diciembre de 2005, y recibió la ordenación episcopal el 14 de enero de 2006.Desde febrero de 2006 ha sido secretario de la Conferencia Episcopal Cubana. Nombrado Obispo de Pinar del Río por el papa Francisco el 5 de junio de 2019, diócesis en la que toma posesión el 13 de julio del mismo año. Su lema episcopal es “Para que él crezca”.

Pinar del Río tiene muchos motivos por los que darle gracias a Dios, y uno de ellos ha sido el testimonio de sus pastores. Junto al clero, las comunidades religiosas y los laicos que han servido en este terruño cubano, camina una Iglesia que se esfuerza por ser fiel al mandato de su Creador descubriendo a Dios en el rostro de cada hombre y mujer que transita por nuestras calles y sirviéndolo con el esfuerzo de promoverlo humanamente para que seamos capaces de caminar con la mirada fija en el Reino que nos toca construir ya.

 (Cfr. Catholic.net)

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