Queridos lectores de Vitral, hace algún tiempo que no les escribía, los años me van pesando mucho. Ya estoy en el año 82 de mi vida terrenal y los achaques físicamente se van imponiendo. En estas circunstancias he tenido que darle tiempo a algunas dolencias del cuerpo. Aunque, en la medida que la edad y las dolencias han ido avanzando mi fe en Dios no me ha abandonado y esto lo considero muy importante, porque sin Dios y sin fe ,la vida pierde su razón de ser y entonces envejecer se convirte en un suplicio.
En Cuba somos muchos los que vivimos envejecidos. Estamos entre los países más envejecidos del mundo; y esto debe llamarnos a la reflexión porque la esperanza es un motor de vida y la esperanza no se debería perder cuando la edad nos dice que nos falta poco para el tránsito definitivo, que no sabemos cuando será pero que es seguro que sucederá. A la esperanza hay que alimentarla constantemente para no perdernos en nuestro tránsito terrenal; y cuando envejecemos ello se hace más necesario. Hay muchos que lamentablmente no entienden estas cosas y pierden el rumbo de la orientación vivencial.
En estas circunstancias se hace muy imjportante saber envejecer, comenzando por rechazar los egoísmos que constamente nos acechan, que quizás sean de las mayores tentaciones que el envejecimiento puede traernos porque en la medida que nos hacemos más viejos la soledad de vida nos rodea; y la soledad sin tener a quien acudir siempre es muy mala consejera: pero la fe y Dios están ahí para auxiliarnos siempre.
La soledad cuando no se entiende que en realidad no estamos solos, porque Dios siempre está con nosotros y no nos abnadona, puede exarcebar nuestro sentido de lo personal y hacernos creer que somos únicos en la vida. Entonces la tristeza nos invade y puede surgir la tentación de las envidias pro lo que ya no podemos alcanzar..
Las envidias generalmente se alimentan de las frustraciones que la vida en ocasiones nos va imponiendo y que no sabemos enfrentarlas. En especial cuando espiritualmente no sentimos solos sin comprender que siempre tenemos a Dios de nuestro lado y que la principal frustración del espíritu es no comprenderlo. Las envidias aparecen en la medida que nos apartamos del sentido que tiene la vida como un don de Dios, que vale la pena vivirlo y valgan las redundancias.
De joven cuando tenemos un mundo por delante siempre habrá más tiempo para la rectificación necesaria, pero de viejos cuando vamos terminando nuestro tránsito terrenal, las tentaciones pueden hacer presa de nosotros con mayor posibilidad porque tenemos más tiempo en el día a día para rumiarlo, cuando ya nuestras obligaciones existenciales van siendo pocas y el empleo del tiempo libre cada día se hace más importante. Entonces saber envejecer será determinante para que no nos corrompan las envidias, las pasiones y el desamor.
Comparto con ustedes mi reflexiones de vejez y les confieso que no soy inmune de que se presenten tentaciones, angustias , ansiedades e icnluso dudas que me asaltan. Esas cosas son naturales de nuestra endeblez existencial y no nos abandonan. El probelma a resolver es que no nos invandan definitivamente. Hasta Jesús sufrió tentaciones porque era Dios y Hombre verdaderos y como hombre siempre se está expuesto a ser tentados.
El ejercicio de vida es esencial y nunca nos debe abandonar aunque el soma
Conspire contra ello. Hay un verso de don Pedro Casaldáliga , mistico ejemplar y Obispo emérito de Sao Félix do Araguaia en el Mato Goso Brailero que da sentido a nuestra vejez de vida:
NUESTRA HORA.
Es tarde
pero es nuestra hora,
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.