El generalizado estado de complacencia en la sociedad cubana del momento —que existe con plena razón de ser en mi opinión—, hacia los métodos y estilos de trabajo del gobierno presidido por Miguel Díaz-Canel—que comparto plenamente y que en mis crónicas y artículos he testimoniado y explicado con especial énfasis en las razones que le dan fundamento— tiene, no obstante, algunos peligros latentes que quiero alertar a tiempo.
Me refiero principalmente a la acción retardataria y sutil del burocratismo, el conservadurismo y el esquematismo que se resisten en sus prácticas concretas, enquistadas en la sociedad, a cumplir como obligación esencial con lo que debe ser el servicio que al pueblo le corresponde por parte de los funcionarios públicos y de los trabajadores de las entidades de servicios e, incluso, de los comercios. Además, considero importante tomar muy en cuenta, entre otras posibilidades que se pudieran pasar por alto en la intensidad del día a día, el silencio, la impunidad, el desvío de combustible y otros productos y medios, así como la no respuesta de algunos funcionarios imputados por su maltrato a la población para dejar pasar el tiempo que les permita borrarlo todo.
Así es que, mientras se restauran espacios deteriorados por el tiempo, los eventos meteorológicos y por la desidia, y se construyen nuevos lugares para el servicio del pueblo, los burócratas continúan manifestándose negativamente, muchas veces de manera abierta o sutil, lo que reiteradamente aparece reflejado en las quejas que el pueblo plantea en las secciones de prensa que se dedican a esos menesteres y en las instancias que le es posible hacerlo. En algunos artículos que he publicado anteriormente en Por Esto!; me he referido en especial a la sostenida y meritoria labor al respecto de lo que a la población afecta, que realiza el periodista cubano José Alejandro Rodríguez en sus secciones “Acuse de recibo” en el periódico Juventud Rebelde y “Papelitos hablan” de Canal Habana.
En mi opinión, los burócratas actúan con desparpajo en muchas ocasiones, especialmente ante el pueblo de a pie, y con sutileza bien camuflada ante el avance de los métodos de gobierno de ir directamente a la población para encontrarse con sus intereses, anhelos y ansiedades, con el propósito de hacerse eco y de perfeccionar el sistema, cambiando todo lo que deba ser cambiado; incluyendo propiciar activamente el proceso de cambio de mentalidad que se requiere en el momento actual ante las nuevas circunstancias y coyunturas que se nos presentan.
Una muestra de lo que puede hacer la burocracia es lo que ha estado sucediendo en algunos nuevos establecimientos comerciales que se han abierto en los últimos tiempos y se surten generosamente, y con el paso del tiempo sus estantes quedan vacíos sin reposición, creando una imagen lastimosa. Personalmente, entiendo las limitaciones que nos plantea el bloqueo, pero lo que no se puede hacer, en mi opinión, es presentar una imagen insostenible para la inauguración que después no se puede mantener, porque eso afecta sensiblemente la credibilidad de las instancias de gobierno que les corresponda la dirección de esos espacios. En su apertura e inauguración deberían presentarse con una imagen factible que con los días no se deteriore y, de igual manera, mantener una oferta estable en las cafeterías y restaurantes que se están inaugurando porque hay establecimientos que a los pocos días de su inauguración mengua su oferta. Es necesario, en mi criterio, primero controlar que el servicio y la mercancía a vender en los nuevos establecimientos se planteen con una racionalidad adecuada a las verdaderas posibilidades que tenemos y que se controle la calidad del servicio en el transcurso del tiempo después de su inauguración.
Por otra parte, me refiero a problemas que bien podrían nublar nuestros entendimientos y ocultar la presencia objetiva y subjetiva de realidades internas negativas y de lo que positivamente realiza el nuevo gobierno de las generaciones formadas por la Revolución. Estamos, pues, ante un problema binario de acción y reacción que es necesario comprender en su complejidad para enfrentarlo adecuadamente. En este sentido, lo que no se puede hacer es coartar la crítica tal y como lo tratan de hacer los detenidos en el tiempo.Además, en nuestras específicas circunstancias y coyunturas actuales, considero que conceptualmente es muy importante analizar lo que significan los dogmatismos y los esquematismos en su accionar cotidiano, que casi siempre se ocultan tras los tabúes proclamados y establecidos por las burocracias políticas y económicas de poder; así como también se revisten de un camuflaje ad hoc tras los conservadurismos exacerbados.
Considero que es necesario tener muy en cuenta que el movimiento, como ley básica de la vida, es lo que crea, necesita y determina avances, retrocesos, alteridad, pluralidad en la participación, así como en la concurrencia, que son determinantes en su conjunto de una complejidad inherente al concepto sociedad como agrupación humana. Porque, en consecuencia, cuando nos dedicamos a observar a la sociedad, en el modelo que sea, lo primero que se nos presenta es su complejidad intrínseca. No hay sociedades simples en su composición y funcionamiento. Esa es una realidad que los dogmáticos simplistas por excelencia, no pueden cambiar a su gusto por decirlo de una manera más comprensible. Este es un dilema que se les presenta a los dogmáticos en cualquier sociedad y Cuba no es una excepción al respecto.
Aunque en este sentido, considero que no se debe confundir lo que planteo de entrada al respecto, de que Cuba no es una excepción en la estructuración interna de la sociedad y sus componentes esenciales, con ese concepto idílico generalizado propio de algunos dogmáticos que plantean indiscriminadamente sin discernimiento básico a Cuba como excepción de todo lo que sucede negativamente ya sea una entropía o un retroceso, que siempre son posibilidades intrínsecas de una sociedad en movimiento que requieren de chequeos y controles sistemáticos para comprobar su existencia o no existencia. En la sociedad que sea, estas posibilidades positivas, negativas o neutras actúan en contrapunteo como fuerzas positivas facilitadoras del cambio en perenne contraposición con las fuerzas retardatarias negativas, ante la pasividad de las fuerzas que optan por mantenerse neutras, pero que muchas veces constituyen una fachada engañosa de las fuerzas verdaderamente retardatarias.
El esquema que intentan generalizar en contraposición de los análisis sociales objetivos que buscan la verdadera realidad para actuar en consecuencia, constituye una edulcorada y artificial imagen que propugnan dogmáticos, conservadores y burócratas en conjunto con otras lacras que se le adicionan, para crear un manto falsamente color de rosa encubridor, que les facilite esconderse de sus verdaderas intenciones dentro de una virtual imagen de avance y progreso social de la que por lo general hacen gala.
Esos elementos retardatarios a que me refiero, en sus esquemas fácticos por lo general se arman de una imagen de perfección que no admite nada que pueda ser crítico, ni tampoco el acercamiento a un pensamiento propio que se aparte de la única posibilidad de pensar que ellos propugnan. Entonces tenemos que al no permitir la existencia de imperfecciones, entropías y problemas a superar se convierten en los aliados principales y más valiosos ya sea que lo sepan o no lo sepan de manera consciente de los dogmatismos, conservadurismos negativos y de los burocratismos que de conjunto actúan detenidos en el tiempo e impiden la solución y rectificación de los problemas subsistentes que se van presentando en el desenvolvimiento de la vida social. No hay mejor agente dañino que el que no sabe que lo es.
Un dilema que recientemente me planteó un amigo que aprecio muy especialmente, en un comentario a mi artículo titulado “Cambiar lo necesario, comenzando por la obsolescencia y el burocratismo. Un análisis filosófico”1, se refiere a ¿cómo derrotar a la burocracia sin desmontar el aparato que la sustenta?, a lo que diría yo, en realidad, sin desmontar al aparato en que se sustenta por su cuenta y riesgo la burocracia como parte esencial de los elementos retardatarios que se oponen al cambio en la sociedad. Este dilema que me plantea mi amigo es demostrativo del concepto básico de la complejidad que posee la sociedad en su conjunto y las problemáticas que la afectan. Porque a la burocracia es imprescindible derrotarla, pero la burocracia se ha insertado de tal manera en el sistema que ha contaminado algunas de sus partes esenciales de servicio a la población, que van a requerir ser cambiadas incluso en sus esencias. El problema a que nos enfrentamos no es el desmonte del sistema y del aparato en que se enquista la burocracia, porque si hacemos eso podríamos lograr uno de los objetivos básicos de los elementos retardatarios de la sociedad en la Cuba de hoy, que sería dañar sensiblemente al socialismo para debilitarlo y facilitar el avance de un capitalismo vergonzante, que nunca podría resolver nuestros problemas esenciales. En mi criterio, todo debe comenzar por la exigencia sin excepciones de ningún tipo y por el cambio y sustitución de quienes no sean capaces de actuar positivamente en consecuencia y hacer los cambios de pensamiento que son necesarios y que tanto se h