Me estoy poniendo viejo, sin embargo, me siento joven.Me gusta la libertad de los días sin trabajo, la reunión con mis amigos, las bromas alegres, los cuentos con chispa, la música con ritmo.
Pero sí, la juventud me está diciendo adiós: He encontrado hilos plateados en mis sienes… tengo más pulgadas de cintura… no puedo trasnochar… camino más despacio…el “trotar” ágil y vigoroso en las tardes de entonces,se ha transformado, bajo el peso de los años, en marchas lentas a paso de cartero cansado.
En lo relacionado con la mente:Me inclino más a pensar antes de actuar que a actuar sin pensar. Ahora pongo más confianza en la oración que en los músculos y la ciencia. Perdidas las esperanzas de crecer en estatura, leo más para ver si logro crecer en conocimientos.
Estoy preparándome para emprender el “último viaje”: tengo seguros para satisfacer las deudas de este mundo, y para las transgresiones a la Ley de Dios aprovecho las ofertas de indulgencias que meofrece la Iglesia.
Mas, te aseguro que la juventud no termina cuando aparecen las canas o empiezan las dietas… la vejez empieza a cualquier edad con la derrota del espíritu, la falta de carácter. Hay jóvenes que a pesar de sus pocos años se ven agotados, desilusionados, prematuramente envejecidos. Los ha vencido el ambiente, los tiranizan las modas, son esclavos de otras voluntades.
Hay muchachos vacíos de ilusión… incapaces de ningún esfuerzo… “noqueados” en el primer round de sus vidas. Esos jóvenes, faltos de convicciones,viven dando tumbos, buscando sin saber qué es lo que buscan.Carentes de criterioshan copiado a tantos otros que no tienen personalidad propia.
Y lo más lamentable:En medio de un mundo hostil, no cuentan con la ayuda de sus padres porque se han alejado de ellos, y no pueden contar con la ayuda de Dios, porque al no conocerle, no creen en Él.
Si miramos al mundo juvenil con pesimismo, vemos un panorama desalentador. Sin embargo, ese mismo mundo, visto en la mira de un cristiano con ansias de conquista, es fascinante. ¡Qué campo tan bueno para sembrarlo de Amor! ¡Qué desafío tan apasionante al evangelizador!
La labor es difícil, son muchos los obstáculos… el demonio y la carne han clavado sus agarras en ese ambiente. Pero allí también Cristo puede cambiar las mentes y alegrar los corazones. Estamos convencidos de que en el Evangelio hay más de una respuesta para cada inquietud juvenil. Los jóvenes muchas veces no se abrazan a Cristo porque no conocen su doctrina… y otras la han rechazado porque la han visto deformada por la actitud de algunos cristianos.
Los apóstoles del ambiente juvenil no abundan porque es una especialidad difícil donde los triunfos son pocos y las dificultades muchas. Pero esto acerca más al Señor… se necesita Su ayuda constantemente… se tiene más conciencia de instrumentalidad.
Poniendo gran confianza en el poder de la oración, te invito, amigo lector, a que reces por aquellos que dedican tiempo y esfuerzos a acercar alos jóvenes a Dios… y por ellos, los jóvenes, para que se encuentren con Cristo y sean entonces “juventud porvenir de la patriay de la fe”.
Publicado en la revista Militante en octubre del año 1969.