La belleza trae esperanza

Por: Pbro. Javier Jauregui Castro s.m.

A finales de 2022 comenzaron en el Centro Santa María, nuevo espacio formativo de la Diócesis de Pinar del Río, dos talleres titulados “Arte y fe” y “Literatura y fe”. ¿Tiene sentido en las circunstancias tan difíciles en las que estamos viviendo “perdernos” en contemplaciones estéticas y literarias? ¿Qué pueden aportar el arte, la belleza, la estética y la lírica a la comprensión y vivencia de la fe en un mundo tan complicado?

El Vaticano ha elegido como lema de su pabellón para la Exposición Universal de Osaka 2025: “La belleza trae esperanza”. Y ¿no necesitamos hoy más que nunca esperanza? ¡Qué acierto es que la Iglesia presente al mundo en una exposición universal, el núcleo de la fe, la belleza de Jesucristo! La hermosura de una Vida que nos trae la esperanza para un mundo que se arriesga a hundirse en la monstruosidad, el horror, la destrucción y la barbarie.

Resulta imprescindible, aunque muchos no lo echen en falta, el diálogo fe -cultura; descubrirse ambas mutuamente, enriquecerse, aprender una de otra, compartir y por qué no, crecer juntas.

Una fe que no se hace cultura, es una fe que no se encarna. Una fe etérea, teórica, “es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida”. (Juan Pablo II. Consejo Pontificio para la Cultura) La encarnación de la Palabra no es una idea, es un hombre: Jesús de Nazaret, el rostro humano de Dios que vivió en un lugar, un tiempo, unas circunstancias muy concretas. O la fe se encarna o desvanece.

Una cultura que no bebe de la fe, que no descubre inspiración en ella, resulta anodina, le falta alma, sentido, horizonte. Se pierde la belleza del Misterio que ilumina la vida.

El Papa Francisco insiste en la cultura del encuentro, en la “evangelización de la cultura” y la “inculturación de la fe”. “Es imperiosa la necesidad de evangelizar las culturas para inculturar el Evangelio” (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium 69) De la misma manera que ha de buscarse una formación más plena, más auténtica y propia de la vocación laical, en la que la Doctrina Social de la Iglesia ocupe un lugar central junto con la profundización en la Palabra de Dios. (121)

Cuánto se insiste hoy en la necesidad de una buena formación de los laicos, de los candidatos a la vida religiosa y sacerdotal, imprescindible para ser testigos de la fe en un mundo secularizado. Y es justamente ahí, en el mundo de hoy, donde ha de brotar el diálogo
fe – cultura.

Con sencillez, el Centro Santa María propone estos dos talleres con el objetivo de ayudar a vivir ese diálogo fe-cultura y de dejarse interpelar por el lenguaje de los artistas.

Con el ícono de la Santísima Trinidad de Rublev (s.XIV) se ha disfrutado, reflexionado y orado. Belleza, inteligencia y adoración ante el Misterio de los Misterios.Teología y belleza de la mano.

En una segunda sesión, casi extasiados, ante la belleza, complejidad y profundidad, se contempló el Pentecostés de El Greco (s. XVI-XVII). Colores, miradas, posturas, gestos, espacio… que invitan a entrar en el Misterio. Reflexionar, analizar, dejarse impactar y orar.

El Crucificado de Miguel Zapata (2005), una versión moderna y rompedora, que, con solo tres colores, el blanco radiante, el rojo rabioso y el trágico negro-gris, introduce a quien lo ve, en la cruda realidad del primer Viernes Santo. Los crucificados, las ciudades y la vida resucitada y luminosa de hoy es gracias al Resucitado.

Los numerosos detalles de una de las Anunciaciones de Fra Angélico (s. XV), la del museo del Prado (Madrid), fueron desgranados entre todos los participantes. Invitó a entrar en la escena, a sentirse partícipes de los grandes misterios de la fe: la Encarnación y la Redención. Invita a transitar de la belleza al compromiso: como María, colaborar decididamente con el plan de Dios.

Últimamente, se han dejado cuestionar por Darío de Regoyos (1857 – 1913) con su “Viernes Santo en Castilla”. En un mundo que avanza aceleradamente en transportes, industrias, contaminación, prisas, ruidos, nerviosismos… ¿Qué va a ser de la religiosidad? ¿Acabará este mundo con la fe? A través de su técnica impresionista, a través de la belleza de un paisaje austero, de un ferrocarril poderoso, ruidoso y contaminante que avasalla y de una procesión serena, humilde y silenciosa, el pintor se plantea e invita a reflexionar y a tomar partido. ¿Son compatibles la fe y el progreso? ¿No hay nada que hacer? ¿La suerte está echada? ¿Qué pueden aportar los creyentes que viven y forman parte de este mundo? El pintor ofrece valiosas sugerencias.

El taller Arte y Fe del Centro Santa María, muy sencillamente, intenta poner en práctica el diálogo fe – cultura. Es el camino para avanzar y constatar que “la belleza trae esperanza”.

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