En mis manos las tuyas

“Asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombres,

es el que, so pretexto de dirigir a las generaciones nuevas,

les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas,

y les predica al oído, antes que la dulce plática del amor,

el evangelio bárbaro del odio”.

José Martí, “El poema del Niágara”
Obras Completas, t. vii. p. 230.

Los últimos meses han marcado para Cuba una situación que nadie puede considerar positiva. Junto a las carencias de suministros de todo tipo, la presencia de la Covid 19 y su abanico de variantes han venido a empeorar un estado de tensión que no encuentra acomodo y al que se une, fundamentalmente en La Habana pero con repercusiones en todo el país un serio estado de desasosiego social que lo desajusta todo.  

En momentos como estos no es útil ponernos a culpar a unos u otros por las dificultades que enfrentamos ni ponernos a buscar “la paja en el ojo ajeno” para no ver “el clavo que tenemos en el zapato”. Es preciso en circunstancias como esta asumir, de una vez y para siempre, que NOSOTROS somos la solución de NUESTROS problemas; es incuestionable que enfrentarse a la estructura económico-militar más poderosa de estos tiempos tiene que originar y mantener dificultades muy difíciles de solucionar, pero más cierto aún es que seguir esperando que el adversario cambie su actitud hacia nosotros —precisamente cuando nos ve con más dificultades— es una ilusión.

No podemos seguir esperando que desde fuera se resuelvan los problemas cubanos, de seguir haciéndolo, y remotamente llegar a conseguir algo, habríamos establecido una «deuda de gratitud» de tal dimensión que volveríamos a quedar en dependencia del nuevo benefactor y mantendríamos la dependencia y —como nos enseñó Varela— Cuba ha de ser tan isla en lo político y económico como en lo geográfico si verdaderamente queremos ser LIBRES.

Es hora de asumirnos como lo que somos sin necesidad de lemas o consignas, de entender que toda fragmentación, toda división, toda exclusión, es una derrota; empecinarnos en ver al que piensa distinto como un adversario es restar fuerzas en los momentos de mayor necesidad,      

Cuando hablamos de cambio no nos referimos a abandonar nuestra identidad nacional ni nuestros ideales, hablamos de los modos de hacer y enfrentar la realidad, es comprender que, en principio, el mundo hoy es muy distinto al que encontró la revolución triunfante en 1959, que la generación que hizo la Revolución ya es una minoría en la población, entender que la mayoría ahora es una población nacida EN o después del llamado Período Especial que representó una ruptura no sólo con el CAME y sus beneficios, sino con un sistema político que tuvo transformarse aunque nosotros no lo hiciéramos, que esa mayoría está compuesta por personas que se informan a través de internet y las redes sociales —con fake news y sin fake news.

Es hora de entender que “divide y vencerás” nunca deja ganadores.

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