En Cuba, con Cuba y para Cuba

“La cobardía hace la pregunta: ¿es seguro?

La conveniencia hace la pregunta: ¿es político?

La vanidad hace la pregunta: ¿es popular?

Pero la conciencia hace la pregunta: ¿es correcto?

Y llega el momento en que uno debe tomar una posición

que no es segura, ni política, ni popular.

Pero uno debe tomarla porque es correcta”.

Martin Luther King

Termina un año y otro muestra sus primeras luces, por unos días las tradiciones se imponen sobre las dificultades y la familia y algunos amigos agrupados alrededor de “algo” recuerdan lo ocurrido en los últimos doce meses… pero los sufridos logros sucumben ante la magnitud de los pesares.

No hay pesimismo, sólo reales penas, no hay que buscarlas fuera de casa, están aquí en cada mirada húmeda, en cada latir acelerado, en cada puño cerrado para contener el dolor; cada grupo tiene los suyos pero todos concuerdan —al menos en esta habitación de la Casa Cuba— en dos: cómo estarán los que hoy están «afuera» y lo que nos dejó el ciclón.

Desde luego que hay otros, más o menos particulares, más o menos universales, pero sucumben ante los primeros; el éxodo y el ciclón DUELEN, y mucho. Duelen porque cada cual siente algo de responsabilidad en lo ocurrido,  unos creen que “si yo le hubiera dicho…” o “si se hubiera hecho…”, pero ni se dijo ni se hizo y queda también el sentimiento de que el origen está mas atrás de lo que se pudo decir o hacer y todos sienten que no se ha acabado, que hay otros a punto de partir y que el ciclón no ha terminado de j…

Los vasos y platos medio vacíos no alivian sino agravan el pesar, algo aún hay en ellos pero no es por saciedad sino por prudencia, mañana hay que volver ante ellos y no se sabe qué podrán tener, la noche dura más cada vez y la estrella parece estar muy lejos todavía, no obstante, ¡hay Fe!

A pesar de todo… seguimos aquí, unos porque no pueden hacer otra cosa, otros porque se saben viejos para la aventura, otros porque sienten la responsabilidad de hacer lo que puedan, otros porque “aquí está lo mío”, otros por… ¡tantas razones!

Lo importante es que va creciendo el sentimiento de que “¡Hay que hacer algo!” y hacerlo NOSOTROS; no se puede seguir esperando que la solución la dé otro, que venga de «afuera»; estos son NUESTROS problemas y las soluciones han de ser NUESTRAS. Es hora de entender que lo que hemos vivido ha de asumirse como experiencias para el futuro. No cabe “cambiar lo que haya de ser cambiado” sino se cambia de una  vez, es hora de actuar con prisa pues en cada minuto se va una oportunidad.

¡Claro que en la vida se cometen errores! Pero no estamos en condiciones de repetirlos. Los accidentes no son tan “accidentales”. Las catástrofes naturales existen, pero no para unir sus consecuencias con las de otras que le precedieron. Es responsabilidad del Estado atender las necesidades de la población pero no se puede convertir ese deber en un freno para las iniciativas de quienes pueden buscar alternativas a sus carencias. Si no se asume de una vez que es impostergable pasar de los deseos a los hechos, todos los que sean capaces de actuar terminarán yendo a materializar sus sueños lejos de esta tierra que cada vez cuenta con más ancianos.

 No se puede concebir la población de un país como un grupo de personas a las que permanente hay que dirigir y explicarles cómo han de proceder en cada ocasión; entender que cualquier ayuda desde el exterior es un intento más o menos disimulado de subvertir el orden, luego de tantos años es pueril; continuar culpando al Bloqueo o Embargo de todos nuestros males no convence a nadie; insistir en que la iniciativa privada es negar los «logros» de la revolución es inconsistente. Es hora de reubicar las estructuras del Estado en el lugar que le corresponden y dejar que la creatividad de las fuerzas productivas nacionales, exitosas en otras tierras, asuman el crecimiento del país; el bloqueo económico exterior existe, es extremo y perjudica grandemente, pero el que internamente se aplica sobre nuestras capacidades es mucho más dañino.

No hace falta un ciclón para que caigan los postes del tendido eléctrico si de un año al otro están carcomidos —como aún se puede apreciar en trozos no recogidos en las calles o con un simple golpe de nudillos en muchos aún en pie; un rayo puede caer en cualquier parte pero si el cable del pararrayos está partido o no está adecuadamente “aterrado”, no importa que eleve su fina punta hacia las nubes; poco importa que se convoque al vecindario a recogidas de basura en determinadas fechas, si los tragantes están colmados de tierra u obstruidos por escombros anuales; nulo es el mejor parte meteorológico sobre un huracán sino se envía transporte para evacuar a los amenazados —más aún si a esos sitios solo llega un pequeño ómnibus al día; de nada vale invertir en la construcción de hoteles para el turismo si las farmacias carecen de medicamentos esenciales.

Un país es mucho más que las leyes que norman su vida, es un pueblo que entiende que puede haber necesidades, como las hay fuera de sus fronteras, pero dentro de ellas tienen que haber oportunidades para que las nuevas generaciones no trasladen sus aspiraciones hacia un futuro en el extranjero porque en su tierra no ven posibilidades de realización. Una situación como esa no solo golpea a los jóvenes sino también a los que aquí quedan pues, abatidos por los años y las necesidades, ven llegar el que creyeron momento de reposo transformado en dura necesidad lejos de unos descendientes que pensaron serían su apoyo en la vejez.

Urge comprender que los cambios van más allá de una simple consigna, la propia Dialéctica, tantas veces esgrimida en aulas y discursos, reitera que los cambios cualitativos son resultado de un conjunto de cambios cuantitativos que le precedieron; no se puede obtener mejoras sin haber eliminado trabas y conceptos una y otra vez caducos. No basta decir vamos a mejorar, hay que saber asumir la responsabilidad por la vía equivocada y abandonarla totalmente, no se puede abandonar el centro del camino para andar por el borde, el destino es el mismo: el desastre.

En varias ocasiones se ha llamado a este país “la isla de corcho” por su habilidad para mantenerse a flote en medio de grandes marejadas pero… hasta el corcho se va despedazando, con más y más agua en sus ranuras y termina por desaparecer. Asumir una y otra vez modelos ajenos a la idiosincrasia y aspiraciones de este pueblo no nos «modernizará» ni nos desarrollará, creer que los planes de un grupo de tecnócratas foráneos, que se beneficiaron con determinadas medidas lejos de nuestras condiciones, resolverán nuestros problemas es peor, pues solo beneficiará a los que se encarguen de poner en práctica lo que ellos propongan.

Es hora de atender al sentido común de nuestros compatriotas de aquí y allá y hacer en Cuba, con Cuba y para Cuba lo que tantos y tantos cubanos han hecho fuera de nuestras costas, no se puede demorar más la decisión.

25 de diciembre de 2022

Solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

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