«Dios creó al hombre a su imagen,
a imagen de Dios,
hombre y mujer los creó.»
En el número anterior nos deteníamos en la creación de Cielo y Tierra, Dios que ha creado todas las cosas por amor y desde el amor. Toda la creación viene siendo como un escenario maravilloso para que el centro de la creación ocupe su lugar, ese centro es el ser humano.
El hombre y la mujer ocupan un lugar único en la creación, son la mayor obra de amor de Dios, son creados a su imagen y semejanza y los estableció en amistad con él. De todas las criaturas visibles, solo el Hombre es capaz de Dios, capaz de conocer y amar a su creador. Es la única criatura sobre la tierra que Dios ha amado por sí misma, solo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad como ser humano.
Por haber sido creado a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona, no es solamente algo sino Alguien. El ser humano es capaz de conocerse, poseerse, donarse libremente y entrar en Alianza con su creador. El hombre y la mujer pueden ofrecer a Dios una respuesta de fe y de amor, que ninguna otra criatura de la tierra puede dar en su lugar.
La persona humana es un ser corporal y espiritual, el relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando dice: el hombre fue formado del polvo del suelo e insufló Dios en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. Por tanto, el hombre en su totalidad ha sido querido por Dios.
El cuerpo humano participa de la dignidad de la imagen de Dios, es cuerpo humano, porque precisamente está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Espíritu. La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda, que se debe considerar el alma como la forma del cuerpo, es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente. En el hombre, el espíritu y la materia, no son dos naturalezas unidas sino que su unión constituye una única naturaleza.
El hombre y la mujer, son creados y queridos por Dios. Existe una perfecta igualdad en su dignidad de persona, y por otra, en su ser respectivo, de hombre y mujer. Ser hombre, ser mujer, son realidades queridas por Dios, son dos manifestaciones diversas del ser humano. Creados a la vez, hombre y mujer son queridos por Dios, el uno para el otro, en complementariedad. Hombre y mujer, están hechos el uno para el otro, no que Dios los haya creado a medias e incompletos, los ha creado para una comunión perfecta, en la que cada uno complementa, llena y plenifica al otro.