Carta de un joven cubano a su futuro hijo

Hijo:

Déjame explicarte en este texto todo aquello que quizás, si algún día llegas a ser una realidad tangible,  no me atreva a decirte. Tu futuro padre nació cuando se derrumbaba uno de los muros más tristes de la  Historia, creció en medio de una sociedad marcada por crisis “especiales” que han dejado recuerdos imperecederos en su mente y corazón.

Entiendo que me puedas juzgar por ya pasar de los treinta y no haber intentado con más fuerza traerte al  mundo, pese a que la vida me ha regalado oportunidades lindas para acercarte a la realidad, pero el miedo al  futuro muchas veces me ha relegado a una espera que ni siquiera sé si podré vencer. La verdad es que algunas de las veces en que te he imaginado bien cerca de mi vida, he visto partir mi sueño en avión hacia cualquier horizonte lejos del archipiélago que amo.

Mi fe católica me ha ayudado a comprender que en la vida sabes lo que quieres hacer a partir de una dirección interior; sé que deseo hacer una familia, pero cada vez que lo pienso en voz alta la precariedad se sienta a mi lado para explicarme en qué condiciones no me gustaría ver crecer a un ser tan especial como lo serás tú.

Ojalá que mis deseos por tenerte logren enfrentar las luces rojas de la autopista “Vida”; para eso me encomiendo mucho a Dios, pues Él es el mejor guardián de los  sueños. Me gustaría mucho que pudieras aprender a ser feliz aunque la popularidad no te alcance, y, aunque, como yo, no conozcas nunca un hotel, un carro particular, unas vacaciones fuera de la rutina del hogar. Te prometo, al menos, dibujarte con todas mis fuerzas unas alas de cartón que sirvan para echar a volar  tus sueños hasta el lugar donde mejor puedas desarrollar tus potencialidades.

Ten por seguro que en cuanto nazcas te voy a regalar dos llaves que podrán ayudarte a abrir todas las puertas de la vida: la fe y el conocimiento. Quería despedirme  de ti diciéndote que no habrá un corazón que logre amarte igual que el mío. Te agradezco desde ahora el esperar paciente por mi soberana decisión y te prometo que  ya te amo en mis sueños.

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